jueves, 20 de octubre de 2011

Ana Belén rompe cuatro años de silencio discográfico y publica su nuevo álbum a los hombres que amé el 15 de Noviembre

“Agradecimientos públicos a la generosidad de 14 hombres con los que en algún momento de mi vida compartí canciones, risas, incertidumbres, esperanzas, alegrías y la sabiduría de quien cree en su trabajo por encima de todo”. Las palabras de Ana Belén impresas en el libreto del álbum reflejan el aliento que impulsa su nuevo trabajo A los hombres que amé, que se publica el 15 de noviembre de 2011 para romper cuatro años de silencio discográfico y en el que la artista canta, interpreta y recrea canciones de 14 de sus compositores favoritos.

Cantar, interpretar y recrear. Es lo que hace Ana Belén con 14 canciones emblemáticas, ofreciendo una visión nueva, una emoción diferente lanzada a través de una voz única en la escena española y del estupendo trabajo en la producción y los arreglos de David San José que sitúan temas que han entrado por derecho en el capítulo de los clásicos en un mundo propio, personal y reconocible. En el universo de Ana Belén. Las canciones y los autores de A los hombres que amé son:

01 Debajo del puente                         (Pedro Guerra)
02 No estás sola                                (Miguel Ríos/Rafael Guillermo)
03 Echo de menos                             (Kiko Veneno)
04 Las cuatro y diez                           (Luis Eduardo Aute)
05 Cançó de matinada                                   (Joan Manuel Serrat)
06 A trabajos forzados                       (Antonio Vega)
07 La banda                                      (Chico Buarque)
08 Y sin embargo                               (Joaquín Sabina)
09 El breve espacio en que no está     (Pablo Milanés)
10 Razones                                        (Juan Luis Guerra)
11 11 y 6                                           (Fito Páez)
12 Ojalá que te vaya bonito                 (José Alfredo Jiménez)
13 Canción para Carito                       (León Gieco/Antonio Tarragó)
14 Canción pequeña                           (Víctor Manuel)

El álbum se abre con Debajo del puente, una de las cumbres de la obra de Pedro Guerra (“Me gustaba verle en sus primeras actuaciones en Madrid, con aquella osada timidez y aquellas canciones… Me regaló alguna maravillosa”, explica Ana Belén), para reflejar el preciosismo en los arreglos que recorre A los hombres que amé y la delicada ductilidad de la voz de Ana Belén, capaz de hacer suya la canción respetando el espíritu original. Sigue No estás sola, que lleva la firma de Miguel Ríos (“Hemos compartido tantos viajes, cenas, risas, cabreos y, por encima de todo, escenario, donde él es el rey. Él me ha enseñado a respetar la liturgia de salir a cantar”) y aparece con ambiente nocturno, mezclando aires pop, jazz y blues, para dar paso a Echo de menos de Kiko Veneno (“Kiko era surrealismo puro, esas letras nada impostadas y que tienen que ver con su realidad más descarnada”), que se envuelve de jazz-swing-boogie woogie con aroma años 40, ecos de The Andrew Sisters y excelentes arreglos de metales.

Las cuatro y diez es una de las canciones-icono de Luis Eduardo Aute (“A principios de los 70 tenía un montón de canciones estupendas y diferentes a todo lo que se escuchaba en la radio, estaban esperando que alguien las grabara”) y Ana Belén le da una vuelta enriqueciendo armonías y arreglos. Y un clásico da paso a otro con Cançó de matinada del primer Joan Manuel Serrat (“Hemos compartido tantas cosas… Familias, viajes, bailes, borracheras, escenarios, parrandas…”) en una recreación muy personal y cercana al espíritu serratiano. A trabajos forzados es de Antonio Vega (“Tengo la suerte de haber participado en algunos proyectos en los que él también estaba. Aunque no hemos grabado nada juntos, el hecho de que Antonio estuviese en ese proyecto era como si compartiese algo con él”) con letra de Antonio Gala y una de las canciones más intensas del álbum, magníficamente interpretada por Ana Belén, que tiene su contrapunto en la luminosa agilidad de La banda, una de las canciones más universales de Chico Buarque de Holanda (“Con Chico Buarque descubrí otra manera de hacer música. Adoré A banda desde que la escuché”) que mantiene su aroma brasileño, festivo y callejero.

Y sin embargo es obra de Joaquín Sabina (“Me ha regalado canciones emblemáticas que llevo marcadas a fuego”) y Ana Belén la lleva a su terreno con agilidad en una estupenda versión, diferente y original. Pablo Milanés (“Nos encontramos en La Habana en 1976, en su casa, alrededor de una botella de ron y compartimos muchos momentos inolvidables con él y su gente”) aporta El breve espacio en que no está, otra joya que se abre íntima y que Ana borda en una de las grandes creaciones del álbum. Razones es de Juan Luis Guerra (“Fue Camarón, el gran Camarón, quien nos unió a Juan Luis y a mí. Fue para el disco Soy gitano y en la canción Amor de conuco tuve la suerte de cantarles a los dos”) y se sumerge en latinidad personalizada por los arreglos, con Ana Belén en plan sonera y coros muy 4:40.

Embocando el final del álbum, 11 y 6 está compuesta por Fito Páez (“Recuerdo una noche en el Festival de San Sebastián, donde presentaba su primera película como director. Terminamos de madrugada en un salón del Hotel María Cristina, Fito al piano y cantando como posesos”) y Ana Belén consigue que parezca recién estrenada, mientras Ojalá que te vaya bonito lleva la firma de José Alfredo Jiménez (“Todos en casa la cantábamos y qué poco sabíamos de autor de muchas de aquellas canciones. Lástima no haberlo conocido”) y se escapa de la ortodoxia ranchera con un arreglo casi minimal, imaginativo, mientras Ana la canta dentro de los cánones del género. Una magnífica versión que da paso a Canción para Carito de León Gieco (“León me ha dado tanto con una canción… Solo le pido a Dios es un himno que dice mucho de León, de su compromiso, de su solidaridad”) con inspiración folclórica en algunos pasajes. Y para cerrar, Canción pequeña de Víctor Manuel (“Todo este trabajo y mi carrera musical de tantos años no hubiese existido sin Víctor”), una de esas magníficas canciones escondidas de su autor y uno de los grandes logros del álbum por el acercamiento emocionado de Ana Belén.

Son las canciones de A los hombres que amé, grabado en Madrid con músicos de postín. Entre ellos, Ovidio López (guitarras), Javier Saiz (bajo), Ángel Crespo (batería), David San José (producción, arreglos, piano, teclados), Amado Zulueta (percusión), Santi Ibarretxe (flauta), Antonio Ximénez (trompeta, fliscorno), Bob Sands (saxo tenor), Norman Hogue (trombón), Andreas Prittwitz (flautín) y Javier Casado (acordeón). Junto a Ana Belén, todos han contribuido a crear un álbum que nos regala una nueva lectura de canciones importantes, de altura, tratadas con enorme respeto pero aportando visiones diferentes que envuelven una voz y un corazón que las transforma sin alterar el alma que las vio nacer.

Es lo nuevo de Ana Belén, el agradecimiento público a algunos de los muchos y magníficos autores que han jalonado una carrera que en 2007 fue reconocida con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, galardón que concede el Ministerio de Cultura a aquellas personas que destacan en los diferentes campos artísticos. La biografía musical de Ana Belén es la historia de una trayectoria larga y fértil que comenzó en 1965 con las canciones de la película Zampo y yo y continuó con discos fundamentales como La paloma de vuelo popular (1976), De paso (1977), Con las manos llenas (1980), Ana en Río (1982), Géminis (1984), Para la ternura siempre hay tiempo (1986), A la sombra de un león (1988), Rosa de amor y fuego (1989), Veneno en el corazón (1993), Mírame (1997), Peces de ciudad (con el que estuvo nominada a los Grammy Latinos 2002 como Mejor Solista Femenina), Viva l’Italia (2003), Una canción me trajo aquí (2005) o Anatomía (2007, también nominado a los Grammy Latinos como Mejor Álbum de Pop Femenino).

Álbumes siempre marcados por excelentes canciones que ahora tienen su continuación natural en A los hombres que amé, porque, como escribe Ana Belén en el libreto del disco, “escuchando este trabajo me asalta la imagen y las palabras de Blanche Dubois en Un tranvía llamado deseo: ‘Siempre he dependido de la amabilidad de los desconocidos’. Yo digo: siempre he dependido de la generosidad de mis hombres”.

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